El niquelado es un recubrimiento que se caracteriza por la aplicación de una fina capa de níquel (3 µm) mediante electrolisis. Básicamente, el producto metálico se sumerge en una solución electrolítica que permite el paso de iones de níquel al material a tratar.

La capa de níquel se puede aplicar con fines estéticos (produce un efecto espejo metálico brillante) pero también garantiza la resistencia a la corrosión y al desgaste. El niquelado puede tener diferentes acabados: de hecho, puede ser mate, presentando una excelente resistencia a la corrosión o pulido que, sin embargo, tiene una peor resistencia a la corrosión. Por último, también está el níquel semibrillante que ofrece una buena relación entre resistencia a la corrosión y brillo.

El níquel es más resistente a la corrosión que el zinc, sin embargo, su capa es más dura y está sujeta, con el tiempo, a la formación de escamas, especialmente sobre grandes superficies. Este tratamiento tiene una resistencia en niebla salina de un tiempo superior a 24 horas, antes de presentar la aparición de óxido rojo.

Hasta ahora hemos hablado de niquelado electrolítico; sin embargo, existe otro tipo de proceso mediante el cual realizar este acabado, el niquelado químico. En este caso, el acabado también se puede realizar sobre materiales distintos del metal, como el vidrio o el plástico. La característica identificativa de este proceso también radica en que el níquel sigue perfectamente las geometrías de la pieza; por ello se convierte en el proceso indicado si existen piezas mecánicas que requieren una precisión extrema.

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